24 de julio de 2007

III - REFLEXIONES

Después de este tour por ‘el nuevo mundo’, pudimos ver que hay cosas que parecen estar en vías de extinción: mantener una sola conversación por vez, mirar a los ojos a la gente para saber si se puede confiar en ella, darse un apretón de manos para cerrar un trato, esconder información a los demás para construir status personal, pagar por música, comprar sin comparar lo suficiente, jugar juegos en cuya creación no se intervino, acordar citas sin tecnología de por medio, construir la reputación priorizando el status social por sobre el rendimiento, poner excusas por no tener información, y muchas costumbres más.

Hoy en día, las normas de conducta están cambiando mucho más rápido que en el pasado, porque la tecnología cambia rápidamente y algunos Nativos Digitales están programados –y aceptan esa condición- para seguirle el ritmo. Para nosotros, los adultos Inmigrantes, algunas de las ‘conductas nativas’ pueden ser consideradas valiosas, por lo que las imitamos y adoptamos inmediatamente (el generalizado uso de blogs es un buen ejemplo). Otras nos pueden parecer extrañas, como pasa con las citas online, y algunas estarán por siempre fuera de nuestro alcance y en el intento por adoptarlas nos será imposible abandonar el ‘acento extranjero’ digital, propio de aquellos inmigrantes, parecidos a mi abuelo José, que hablaba medio en italiano, medio en castellano, aún después de 54 años de haber pisado tierra argentina en el puerto de Berisso.

Lo que no podemos ignorar es que la mayoría de los Inmigrantes tienen poco aprecio por las nuevas habilidades que los Nativos han adquirido y perfeccionado con años de interacción y práctica. Sin embargo, más allá de nuestra posición a favor o en contra, lo cierto es que entre nosotros hay una forma de vida nueva, emergente y distinta, que los Nativos Digitales están creando para sí mismos. En 20 o 30 años más, serán ellos justamente quienes enseñen, formen e informen a nuestros nietos y bisnietos.

Si somos padres, educadores o comunicadores, de lo único que podemos estar seguros es de que si ignoramos todo esto, estamos eligiendo quedarnos paralizados. Si consideramos cierto que la vida es evolución y cambio, entonces queda claro que -basados siempre en valores éticos- el rumbo es la adaptación. Y como el tiempo apremia más que nunca, hay que adaptarse a adaptarse.

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